A la pregunta ¿qué vas a hacer cuando se termine toda esta situación que estamos viviendo por el coronavirus?, a la gran mayoría se nos llena la boca contestando: “¡viajar!”.
En 2020 los viajes internacionales por ocio se han tenido que posponer casi en su totalidad. Esto nos ha permitido descubrir algunos tesoros nacionales que teníamos olvidados o que ni siquiera conocíamos. Y es que el turismo rural nos permite huir de aglomeraciones y reconectar con la tranquilidad y con nuestra parte más zen. Está claro que no hace falta cogerse un avión, ni cruzar océanos para descubrir lugares con auténtico encanto. Por ello, apunta estos nombres en tu lista de próximos lugares a visitar, porque son algunos de los pueblos más bonitos de España, y presume de #OrgulloRural
- Bulnes (Asturias)
A este pueblecito cobijado por el macizo central de los Picos de Europa, no puedes llegar por carretera. Si quieres conocer los secretos que esconden sus casas de piedra y teja roja, tendrás que montarte en un divertido funicular. O si eres un amante del senderismo, atreverte con el estrecho camino que promete, por lo menos, una buena aventura. Ah, y si eres un cheese lover… ¡No te puedes ir sin probar el queso cabrales que hacen!
- Beget (Girona)
Viajar en el tiempo es posible gracias a este pueblecito medieval catalán.
Si buscas un buen reseteo mental, Beget es tu destino. Desconecta paseando por sus puentes de piedra mientras el ruido del arroyo te acompaña. De un carácter romántico, esta escapada rural es el perfecto match para vivir en pareja. Sus terrazas te tientan a parar en mitad de tu paseo y disfrutar de una cañita. Dejarte seducir por la gastronomía local forma parte del agroturismo, por ello, comer en el restaurante Can Jeroni y probar sus famosos canelones es casi obligatorio.
- Baños de la Encina (Jaén)
Es un tesoro cargado de historia. Este pueblecito andaluz muestra su increíble fortaleza califal desde la A-4, el Castillo de Burgalimar. Conocer el rico patrimonio declarado conjunto histórico-artístico gracias a la ayuda de los vecinos, es caminar por la historia de nuestro país. ¿Y qué debes pedir para comer? El pollo al estilo árabe, un delicioso plato, a base de hierbas aromáticas, ideal para los amantes de los sabores intensos.
- Genalguacil (Málaga)
Uno de los pueblos maquillados de casas blancas que, escondidos en la montaña, son firma de Andalucía. A tan solo 120 km de Málaga, Genalguacil es conocido como “el pueblo museo”. Mientras paseas por sus calles empedradas, te encontrarás pinturas en sus paredes, esculturas o incluso troncos tallados, una maravilla para todos aquellos apasionados del arte. Y después de ver manifestaciones artísticas everywhere, es hora de tomarse una merecida tapa, así que no dudes en probar los revueltos de ajetes y setas típicos de la zona, una auténtica locura.
- Nuevo Baztán (Madrid)
La escapada perfecta para aquellos madrileños que quieren huir del caos de la capital, por lo menos durante unas horas. Este pueblecito ubicado en la Cuenca del Henares intenta imitar el estilo francés de Luis XIV. Sus casas, a medida que se alejan del Palacio de Goyeneche (centro del pueblo), se van volviendo más pequeñas, lo que en la antigüedad suponía un reflejo del nivel social de sus dueños.
Y entre paseo y paseo, debes hacer una parada obligatoria, en alguna de sus plazas, para probar un plato de migas típico de la zona.
- Cudillero (Asturias)
Esta villa marítima es una maravilla costera que te enamora con su ambientazo pesquero y sus casas de colores en la montaña. Pasea por su puerto, hazte un selfie con las casitas escalonadas en la ladera como fondo, y párate a degustar el pescado más fresco que vayas a tomar nunca. Recién sacado del mar a tu plato, es una oportunidad que no puedes dejar escapar.
- Roncal (Navarra)
Quizás, esta sea la apuesta más familiar de todas, ya que el valle de Roncal es perfecto para realizar agradables paseos que no requieren una condición física alta. Por ejemplo, si tu escapada rural al Roncal se hace en época de invierno y nieve, una actividad muy divertida es la de realizar la ruta con raquetas de nieve de “El Ferial”. Si por el contrario es temporada de primavera-verano, la Senda del Santuario de la Virgen de Idoa es un escenario de película.
Después de relajarte en contacto la naturaleza y renovar el oxígeno de tus pulmones, es hora de darle una alegría al estómago. ¿Y qué podemos comer en el valle de Roncal? El plato típico de la zona, la trucha a la navarra. Este manjar, procedente del río Esca, suele ir acompañado de jamón serrano frito y un sofrito a base de cebolla, ajo y perejil. En otras palabras, toda una delicatessen.
Todos estos destinos prometen regalarte unas vistas espectaculares y días de relax, lejos de las aglomeraciones de las grandes ciudades. Pero recuerda que, aunque estemos en un pueblo, donde la densidad de población es menor, no podemos bajar la guardia y debemos seguir siendo responsables cumpliendo con todas las medidas de seguridad anti-Covid. Porque solo con la colaboración de todos podremos volver a viajar lo antes posible.