Cada 12 de octubre, con motivo del día del Pilar, Zaragoza se llena de gente, fiestas y devoción. Pero la capital aragonesa es mucho más… Situada a orillas del Ebro y sus afluentes, los ríos Huerva y el Gállego, Zaragoza es una ciudad con mucha historia que contar: dos mil años de historia, concretamente. Todo un mundo cultural que podrás descubrir si decides hacer una visita.
Además de ser conocida como la “ciudad del viento”, apodada así por las corrientes de aire frecuentes en el valle del Ebro, también se le llama la “ciudad de las cuatro culturas” ya que, en todos esos años de historia, varios han sido los pueblos que la han habitado dejando constancia de su paso. Por eso, en cada rincón de sus calles es posible descubrir una nueva maravilla arquitectónica, empezando por la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, situada en la plaza que lleva su nombre. Se trata de una auténtica joya del arte barroco construida entre los siglos XVII y XVIII y uno de los destinos espirituales más importantes de España. En honor a su patrona, la Virgen del Pilar, el 12 de octubre es fiesta en la Comunidad: los maños, ataviados con cualquiera de los trajes regionales, llevan a cabo una ofrenda floral a la Virgen. Pero, ¿sabías que en Zaragoza hay otra catedral? A la sombra de “La Pilarica”, pero también muy espectacular: La Seo, asentada sobre lo que fue el foro romano. La ciudad tiene muchas representaciones de este periodo. De hecho, cruzando la plaza del Pilar hacia Don Jaime I, empieza la ruta de Caesaraugusta: un itinerario donde conocer el centro político y los edificios más emblemáticos de la ciudad romana.
A solo 15 minutos andando o en bici, puedes pasarte por la nueva zona de la Expo, construida con motivo de la Exposición Universal de 2008. La Torre del Agua, el Pabellón Puente o el Parque del Agua son algunos de sus rincones más representativos. El Puente del Tercer Milenio también fue construido como parte del recinto ferial de la Expo. Conecta los barrios de Las Delicias y La Almozara, a un lado y al otro del Ebro, y es el mayor puente en arco de hormigón suspendido del mundo.
Otra de las paradas obligatorias en tu viaje a Zaragoza es el Palacio de la Aljafería, del siglo XI, uno de los monumentos más importantes del mudéjar y la sede actual de las Cortes de Aragón. ¡Ah! Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Siguiendo la calle de la Aljafería, llegarás al casco histórico de la ciudad. Puedes aprovechar para ir de compras por Alfonso I y luego tomar algo en los bares de la calle Estébanes o probar la que ha sido elegida “mejor tapa” de la ciudad: la falsa ostra de La Vieja Caldera, en el barrio de Santa Isabel, no muy lejos del centro. Aunque, hablando de tapas, en la Plaza de los Sitios, una de las más bonitas de la ciudad, hay bares estupendos. Y no solo eso: si eres amante del arte, podrás disfrutar de las mejores obras de Goya en el Museo Provincial.
Pero si lo tuyo es el estilo mudéjar, además del Palacio de la Aljafería no puedes perderte la iglesia de Santa Magdalena, la de San Miguel de los Navarros o San Gil Abad, todas del siglo XIV.
Y de comer, ¿qué? Si hay un plato que caracteriza a la gastronomía maña es el ternasco. La carne de Aragón es conocida por su sabor y excelente calidad. Entre visita y visita, puedes pararte a disfrutar un delicioso ternasco asado en el restaurante El Fuelle (C/Mayor, 59) o en El Real (C/Alfonso I, 40), con vistas a la Basílica del Pilar. Eso sí, deja sitio para el postre, porque la pastelería Fantoba, con más de 100 años de historia, elabora una de las mejores trenzas de Almudévar de Zaragoza (C/Don Jaime I, 21): un brioche plano y hojaldrado con forma de trenza, glaseado por fuera y relleno de almendras, nueces y pasas borrachas.
Es una ciudad relativamente pequeña y puedes desplazarte a todos lados andando. Pero te recomendamos buscar un alojamiento cerca del centro, como los Apartamentos Sabinas (C/Alfonso, 43) o el hotel Eurostars Boston (Avd. las Torres, 28), a escasos metros de la Plaza del Pilar; el Tryp Zaragoza hotel (Avd. Francia, s/n), muy cerca de la estación de tren Zaragoza-El Portillo y la catedral de La Seo; o La Posada del Comendador (C/de los Predicadores, 70), una opción más económica a orillas del río Ebro.
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