Empezamos nuestro viaje en la Plaza el Fna, en el corazón de la ciudad. Todas las rutas por la Medina terminan o empiezan en esta plaza, donde además se sitúa la Mezquita de Koutoubia.
De ahí daremos un paseo por El Zoco. Si quieres comprar algo típico de Marruecos, ¡este es tu sitio! Un auténtico laberinto de babuchas, chilabas, especias, juegos de té, alfombras… Tómate tu tiempo para perderte entre las calles, regatear y comprar algún souvenir.
Pero si hay algo que admirar en Marrakech es su arquitectura. La antigua escuela musulmana de Ben Youssef y las Tumbas saadíes son buenos ejemplos de ello. O el Palacio de la Bahía, uno de los monumentos más lujosos de la ciudad, situado en el extremo norte del barrio judío. Y si te gusta empaparte de la cultura y el arte de cada país al que viajas, te recomendamos que visites el Museo de Marrakech.
Aunque ya toca hacer una parada, ¿no crees? Puedes comer algo rápido en los puestos callejeros o hacerlo más relajadamente en un restaurante de comida típica. Sea como sea, comer aquí es baratísimo ¡y muy rico! El cuscús, el Tajine o la Pastilla –masa rellena de hojaldre- son algunos de los platos típicos de su gastronomía. ¡No dejes de probarlos!
Y si quieres seguir en modo relax, puedes darte un baño árabe en un hamman. ¡Seguro que sales como nuevo y listo para continuar la ruta! Porque hemos dejado lo mejor para el final: los Jardines de la Menara y los Jardines Majorelle, los más bonitos de la ciudad.
Aunque si aún te queda tiempo, te recomendamos hacer una excursión al Sáhara o dar un paseo en camello por el palmeral. ¡Una experiencia totalmente única!
A la hora de buscar dónde dormir, la opción de alojarte en un Riad -antiguo palacio árabe con un patio interior- es la mejor y más auténtica de todas. En Marrakech se cuentan por centenas, pero lo ideal es que lo busques en la Medina.
¡De modo que ve buscando fecha para irte de viaje!