Empezamos nuestra ruta por Barcelona en el Barrio Gótico. Basta con pasear por sus calles y ver la Catedral para quedarse prendado de esta parte de la ciudad condal.
Desde allí, nos movemos hasta el barrio de Gràcia para visitar la Casa Batlló y La Pedrera o dar un paseo por el Parque Güell, iconos de Antoni Gaudí, máximo exponente del modernismo catalán.
¿Te apetece coger el tranvía y subes al Tibidabo? Desde allí, disfrutarás de una de las mejores vistas de la ciudad. Pero, si quieres sacarte un buen selfie, te recomendamos que visites los bunkers del Carmel, una antigua batería antiaérea reconvertida en uno de los mejores miradores de Barcelona.
La capital catalana no es precisamente llana. Por eso, una buena idea es coger el funicular y subir a los puntos más altos. Si no, te perderás algunos de sus rincones más emblemáticos, como el Montjuïc o el Museo Nacional de Arte.
De vuelta al centro, toca paseo por La Rambla y parada en el Mercado de La Boquería, el mercado más famoso de Barcelona. Puedes comprar, comer o simplemente entrar a mirar los puestos y disfrutar el ambiente que hay en él. ¡Pero visítalo!
Va siendo hora de comer, ¿no? Barcelona tiene una amplia y muy variada oferta gastronómica. Hay restaurantes para todos los gustos, de moda y a precios asequibles. Pero puedes aprovechar la excusa de la comida para acercarte a La Barceloneta y dar después un paseo por la playa. Cerca del paseo marítimo, por ejemplo, tienes infinidad de opciones. Los restaurantes Pez Vela, Gallito, Bacoa o Surf House son algunos de ellos.
Para terminar y poner el broche de oro a tu viaje, no puede faltar una visita a la Sagrada Familia, el monumento más famoso de la ciudad. Aún quedan años para poder ver terminada la obra de Gaudí, pero merece la pena pagar la entrada.
¡Ya solo te queda hacer un hueco en tu agenda y buscar alojamiento! El Hotel Aranea o el Ibis Barcelona Meridiana son dos opciones muy económicas.
¿Te hace una escapada?