Conoce tus derechos antes de lanzarte al mercado laboral
Si vas a realizar prácticas en una empresa mientras continúas con tus estudios o estás buscando tu primer trabajo, debes conocer las diferencias que existen entre los distintos tipos de contratos. Cada uno de ellos tiene sus características y se han diseñado para un determinado tipo de trabajador y un uso. Conoce tus derechos y obligaciones para evitar malentendidos.
Contrato de formación
Lo primero que tienes que saber es que el contrato de formación y aprendizaje se utiliza para que el nuevo trabajador reciba cualificación profesional que no posee hasta ese momento. En otras palabras, para aprender el oficio o algunas tareas acordes con el puesto o con su profesión y de las que se hará plenamente responsable en un futuro más o menos cercano. Por ello, tiene una duración determinada: entre seis meses y tres años. Si no estás aprendiendo nada nuevo que tenga que ver con tu profesión, es momento de pedir un contrato laboral.
Es importante saber que el sueldo, durante el primer año, no puede ser inferior al 60 % del sueldo correspondiente al puesto que estés desempeñando, y, durante el segundo año, al 75 %. Por tanto, si pasa un año y renuevas este tipo de contrato, la ley exige que te aumenten el sueldo.
Contrato de prácticas
El contrato de prácticas, por su parte, tiene como objetivo proporcionar una práctica profesional relacionada con los estudios que esté cursando el trabajador. Es decir, que si tus tareas no tienen nada que ver con lo que estás estudiando, deberías reivindicar mejoras laborales mediante un cambio de contrato.
Has de saber, además, que, si ya has estado con contrato de prácticas más de dos años, no te puede contratar otra empresa con este tipo de contrato.
Beca
En cuanto a las becas, no podemos hablar específicamente de contrato, ya que se trata de un convenio de colaboración entre tres entidades: el centro de formación, la empresa y el becario. El horario de trabajo no puede superar las 4 o 5 horas y la duración de la beca no puede ser de más de seis meses. Su objetivo es que puedas seguir estudiando mientras empiezas a integrarte en el mercado laboral. En otras palabras, dotarte de una cierta experiencia antes de dar el salto definitivo.
Y la empresa, ¿qué gana?
Las empresas también consiguen beneficios con este tipo de contratos. En el caso de contratos en prácticas, paga un 50 % menos a la Seguridad Social. Además, si finalmente contrata al trabajador, recibe una bonificación anual de 500 €, si es hombre, y de 700 € si es mujer.
El contrato de formación también tiene beneficios fiscales: la reducción del pago a la Seguridad Social puede llegar al 100 % y las bonificaciones por contrato son de 1.500 y 1.800 euros durante los tres primeros años.
Desde Joven In, esperamos que consigas un contrato acorde a tu formación y ya sabes que te ofrecemos algunas ventajas si domicilias tu nómina con nosotros.