La música nos ayuda a desconectar, a relajarnos e incluso a dormir. Con ella reímos, lloramos y lo damos todo en lo más alto de las tarimas. Adorna nuestras idas y venidas, convirtiendo los viajes en festivales. Tú la compones, y ella te recompone. ¿Sabías que, además, la música nos aporta beneficios a nivel fisiológico?
El dato más popular es que escuchar música clásica acelera el desarrollo temprano de algunas cualidades cognitivas. Te sonará el mito de las embarazadas que ponen música clásica al feto, esto es el llamado Efecto Mozart.
Pero los beneficios de los ritmos musicales no acaban ahí: también reduce la ansiedad y potencia la memoria. Escuchar música o tocar un instrumento hace que se aprenda mejor, aparte de rebajar los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés. Así que ya sabes, una lista de música chill ¡y a desconectar!
Fortalece el sistema inmunológico y ayuda a reducir el dolor. La terapia musical nos ayuda a liberar endorfinas, haciendo de analgésicos naturales. Del mismo modo aumenta la producción de plaquetas y estimula los linfocitos. Pone a tu cuerpo en guardia a golpe de compases.
Reduce la presión arterial y ayuda en desórdenes neurológicos. La música entrena nuestro cerebro, aumentando la comunicación neuronal. Escuchar música clásica, celta o raga es como caminar, en dosis de 30 minutos diarios puede reducir la presión arterial alta. Chúpate esa, homeopatía.
Y es que la música nos acompaña siempre. Desde la cancioncilla de aquel anuncio que escuchaste por la tele y que nos puedes sacarte de la cabeza, a los conciertos que vives en la story de tus amigos. Desde el temazo que reproduces en bucle, hasta la canción que acabas odiando por ponerla de tono de llamada.
Y tú, si tu vida pudiera tener una banda sonora, ¿tienes claro cuál sería?