Suena mi WhatsApp y leo el mensaje de MATEO TINDER: “ya estoy de camino en el tren, dime que no me vas a dejar plantado”. Sonrío de alivio al comprobar que la que no ha sido plantada he sido yo, que con estos match nunca se sabe hasta en el momento de la verdad.
Llego un pelín tarde a la estación de trenes, y eso que era yo la que tenía que estar esperándole a su llegada (cosas que pasan). El caso es que ahí está Mateo, con su trolley y mirando el móvil. En persona es realmente guapo.
Él no lo sabe, pero a raíz de ese viaje realmente cambió mi forma de viajar y, en general, de cómo comportarme con el mundo porque, aunque os haya parecido que esto iba a ser una historia de amor, lo cierto es que ya no sé nada del guapo de Mateo. Pero sí de lo que me enseñó sobre el daño que hacemos al planeta, sin darnos cuenta, con muchos de nuestros viajes y su forma sostenible de hacerlo. Así que bueno, en realidad, igual esto si es un artículo sobre una historia de amor… al planeta.
Lo primero que me contó Mateo es que él siempre que había opción viajaba en tren, y evitaba los aviones, que contaminan mucho más. Me descubrió una página llamada OMIO en la que organizaba todos sus trayectos en tren o bus.
También me dijo que cuando no sabía dónde viajar, consultaba la página Destino IN de Joven IN donde le daban consejos sobre sitios chulos a los que viajar, algunos de ellos en plan low cost. El tema pasta le traía de cabeza, pero cuando iba muy justito, recurría a los Préstamos Joven IN para no renunciar a sus escapadas.
Otra cosa que no sabía, es que hay maneras de compensar la huella de carbono que cada uno de nosotros, de forma más o menos consciente, generamos con nuestros viajes. Y es algo tan sencillo como participar en proyectos que absorben el carbono de la atmósfera, como por ejemplo, plantar árboles.
Me hizo mucha gracia la primera vez que me fijé en que su carcasa era de madera… ¡pero todo tenía un sentido! Era parte de su filosofía de vida: #ViajarSinPlástico.
Y aunque puedan parecer cosas lógicas, muchas veces no caemos en cómo hacerlo. Él, por ejemplo, me decía que siempre viajaba con su propia botella de acero inoxidable y que sus productos de higiene personal eran barras de champú y gel sólido…
En los viajes que hicimos, mientras duró lo nuestro, él era el que siempre se encargaba de reservar los hospedajes, y es que, como decía, qué necesidad de irnos a hoteles de grandes cadenas, cuando podíamos apoyar la economía local quedándonos en pequeños alojamientos, que suelen ser más eco-friendly. Y a la hora de movernos por la ciudad en la que estuviéramos, of course, siempre que era posible tirábamos de bicis de alquiler (no he tenido mejores piernas en mi vida…).
Otra cosa que se me quedó tatuada a fuego de Mateo es que, si queremos viajar de la forma más sostenible posible, es fundamental informarse previamente de las opciones que presenta el lugar al que vamos. Por ejemplo, si queríamos ver animales, siempre consultábamos con la web de Turismo Responsable, porque una cosa es que nos guste verlos y otra, muy distinta, es que para ello comprometamos su bienestar.
En fin, que la relación con Mateo pasó a mejor vida hace tiempo, pero todo lo que me enseñó sobre cómo viajar de forma sostenible ya forma parte de mi ADN. Y a partir de ahora, espero que también del tuyo.