Érase una vez millones de algoritmos que hacían la vida más fácil a los Millennials y Generación Z, bueno y a alguna otra generación más. Bien, todos convivían en completa armonía en un mundo donde los nativos digitales eran felices y comían perdices.
Primero, para meterte en situación, vamos a dejar claro qué es eso de los algoritmos. Pues bien, un algoritmo es una serie de instrucciones secuenciales ―es decir, que van uno después del otro― que permiten ejecutar acciones o programas.
Y como podrás imaginar, ya hay algoritmos de muchos tipos, cada uno de su madre y de su padre. Pero unos de los que más presentes están en nuestro día a día son los que estudian nuestros hábitos de consumo: que si recomendaciones en Netflix, pre-selecciones de Facebook e incluso el amor que cayó ante las tentativas sugerencias de Tinder. Y es que, ¿cómo negarse a algo que ha sido creado para resolver problemas y aportar soluciones a su paso?
Vamos, que en esta historia el algoritmo podría ser considerado como el Héroe o Heroína que salva el mundo, o que, por lo menos, nos ahorra tiempo.
¿Piensas qué las canciones que te recomienda Spotify son aleatorias? No queridx, no; detrás hay un algoritmo que indica los descubrimientos musicales que más te van, basados en tus listas de reproducción y esto mola mucho, sobre todo a aquellos inquietos musicales.
Incluso coger un atajo para no llegar tarde al trabajo o la uni, es gracias a la capacidad de recoger información de los algoritmos: Waze (la app social de conductores), por ejemplo, te busca alternativas de ruta basadas en cálculos y estimaciones, con los datos que obtiene del tráfico.
Pero, haciendo una referencia un tanto friki del mundo DC, nuestro protagonista, el algoritmo, bien podría ser como uno de los villanos más míticos de Batman: Dos Caras. ¿Y por qué decimos esto? Bueno, pues porque gracias a millones de datos que analiza nuestro amigo algoritmo, puede ser nuestro fiel compañero cuando queremos comprar un móvil o para encontrar el outfit idóneo para la boda o graduación de unxs colegxs, y todo gracias a ofrecernos nuevos resultados basados en nuestras búsquedas. Pero ojito que también tiene una parte negativa, y es que esta máquina de devorar datos no cuenta con un código ético.
Ponemos un ejemplo; hace unos años “tres adolescentes negros” y “tres adolescentes blancos”. Bien, en la primera búsqueda se publicitaban fotografías de stock mientras que, en el caso de “tres adolescentes negros”, las búsquedas se relacionaban con historias de arrestos.
Vaya, ¡y esto por qué! Pues porque cuando se hablaba de “tres adolescentes negros” en los medios de comunicación se hablaba de estos como criminales. Con lo cual, el algoritmo se alimenta de esta información y aprende de ella, entonces, ¿qué clase de pensamiento estamos creando?
En resumidas cuentas, que al más puro estilo Frankenstein, ¡hemos creado un monstruo! Pero, siempre tiene que haber una némesis para que todo cuento o historia tenga su chichilla ¿no?, y aquí llega… BRUSELAS.
Sí, Bruselas ha aparecido entre las sombras en el último momento y ha pedido voluntarios para una prueba piloto del Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial, para que intente parar los pies a este devorador de datos e información.
Y muy honradamente los superhéroes que han salido para esta misión imposible, somos nosotros: LOS ESPAÑOLES, ellos valientes.
Así como te lo estamos contando. El gobierno ha decidido pasar a la acción y ha puesto toda su atención para analizar el poder que tienen sobre nosotrxs los sistemas de Inteligencia Artificial (IA).
Llámanos vanguardistas, héroes, temerarios… pero vamos a ser el primer país europeo que se adelante a la aplicación de este reglamento y así parar los pies al villano algoritmo que se ha hecho con el control de muchos hábitos de nuestras vidas.
Y ahora, después de conocer todas las caras de la IA, ¿piensas que estamos a salvo?