Mucho se habla de la nueva normalidad que nos tocará vivir. Pero ¿y la nueva normalidad en la que ya vivimos? Ya nos hemos acostumbrado a vivir de recuerdos, a respetar las distancias de seguridad y a que la solidaridad sea lo que prime en el día a día. ¿Cómo será el volver a nuestra antigua vida? ¿Qué pasará cuando los aplausos se vayan apagando?
De tantas idas y venidas, el virus se ha valido de nuestras interconexiones para propagarse, transformando las casas en oficinas, escuelas y gimnasios, y convirtiendo nuestra vida en El día de la marmota, encerrados en un domingo permanente (…o un lunes, según se mire…).
Llegados a este punto, lo primero que tenemos que hacer es aprender de nuestros errores. Si para algo ha valido la cuarentena ha sido para darnos un tirón de orejas, una llamada de atención sobre lo que le estamos haciendo a la naturaleza. Individualmente, nadie tiene la culpa, pero es difícil de mantener la vida ajetreada que llevábamos de una forma sostenible. Tenemos que reinventarnos, tanto a nivel personal, como global. Tenemos que aprender a cuidarnos más, y también a cuidar nuestro planeta.
Esto nos ha demostrado que la idea de cambiar el mundo no es una utopía, y lo más importante es que nos ha enseñado que si queremos, podemos. Ha dado valor a puestos de trabajo a los que poco a poco se les había restado importancia. Entre videollamadas hemos conseguido romper las barreras del tiempo y el espacio para estar con los nuestros. Y, lo más importante, que la clave para que la sociedad mantenga funcionando sus engranajes es que todos colaboremos.
Hemos aprendido que podemos desenvolvernos con el teletrabajo, y si termina implantándose como una opción permanente, conseguiremos una mayor flexibilidad para los trabajadores. Lo que permitirá alcanzar eso por lo que llevamos tanto tiempo luchando, la conciliación entre vida personal y profesional, y podremos pasar más tiempo con los nuestros.
Todo esto suena muy bonito, pero como todo, ha sido un arma de doble filo. El racismo y el miedo, incluso odio, han jugado un papel clave en toda esta situación. La búsqueda de culpables y rechazo hacia los mismos. Con la excusa de cumplir las normas, todos hemos podido ver imágenes de gente gritando desde sus balcones a otras personas que veían por la calle sin presuponer que podría haber un porqué.
En conclusión, todavía es pronto para saber cómo será el mundo post-covid y esa llamada nueva normalidad. Sin embargo, lo que sí está en nuestra mano es aprender de lo vivido, quedarnos con las enseñanzas positivas que hemos sacado de esta experiencia y vivir la vida como si cada día fuera el último.