¿Economía amarilla? , ¿Qué es eso?
Imagina que la economía fuera un arcoíris. Pues bien, la economía verde sería toda hippie y ecológica, relacionada con el medio ambiente; la economía azul estaría surfeando las olas, y la amarilla… bueno, la amarilla sería ese amigo friki que siempre está hablando de robots y apps.
La economía amarilla es básicamente hacer que tu dinero sea PhD en tecnología. Se trata de usar la ciencia y la innovación para producir más gastando menos.
Se refiere al impacto económico de la creatividad, el diseño y la cultura en sectores como la música, cine, moda, arquitectura y otras áreas creativas.
Esta economía impulsa tanto el empleo como el crecimiento, fomentando la innovación y el desarrollo sostenible.
En lugar de producir productos tangibles como coches o ropa, la economía amarilla se centra en generar ideas y valor simbólico, ¡y créenos, esto tiene un impacto gigante! En un mundo digitalizado, la creatividad no solo está en todas partes, sino que genera muchísimo dinero. De hecho, esta economía ha crecido exponencialmente gracias a plataformas como YouTube, Instagram y Twitch.
¿Por qué amarillo y no rosa fosforito?
Resulta que los psicólogos del color (sí, eso existe) dicen que el amarillo es como Red Bull para tu cerebro: te da alas para pensar mejor, ser más creativo y tener ideas que flipas. Es el color de los cerebritos y los innovadores, vamos.
¿Por qué mola tanto?
Prepárate para flipar, porque la economía amarilla viene con más ventajas que un pase VIP a tu festival favorito.. Aquí te van algunas razones por las que esta onda amarilla es más cool que el aire acondicionado en pleno agosto:
- Competitividad Level Pro: tu empresa puede competir con los grandes sin despeinarse.
- Produces tanto que puedes vender hasta a los marcianos.
- Surgen empleos que suenan a película de ciencia ficción.
- Más por menos: como cuando logras meter toda tu ropa en una maleta de mano. La economía amarilla hace magia para producir más gastando menos.
- Tecnología a tope everywhere
- Ciudades con cerebro: semáforos que piensan y basuras que se recogen solas. ¡El sueño de cualquier urbanita perezoso!.
No todo lo que rrilla es oro (o amarillo)
Vale, no todo es color de rosa (o de amarillo, en este caso). La economía amarilla también tiene su lado oscuro. Aquí van algunas pegas que ya le hemos detectado:
- Bye Bye trabajos vintage: algunos empleos desaparecen más rápido que tus propósitos de Año Nuevo.
- Full dependencia de la tech: si se cae internet, estamos más perdidos que un pulpo en un garaje.
- No todos juegan: hay países que se quedan fuera de esta fiesta por falta de cash o infraestructura.
¿Aún te suena ciencia ficción? Pues agárrate, porque la economía amarilla ha llegado en un DeLorean repartiendo innovación a diestro y siniestro. Algunos ejemplos:
- Agricultura de precisión: drones fumigando cultivos como si fueran naves de Star Wars.
- Coches inteligentes y ciudades inteligentes, que piensan más que algunas personas. Tal cual.
- Plataformas de streaming: YouTubers, streamers en Twitch, y creadores de TikTok están generando ingresos con sus contenidos, a veces desde sus propias casas.
- Música digital: con plataformas como Spotify, músicos pueden compartir sus canciones con el mundo y ganar dinero a través de reproducciones o incluso conciertos virtuales.
- Arte digital y NFTs: Hoy en día, artistas digitales venden sus obras como NFTs (tokens no fungibles), permitiéndoles monetizar su arte de una forma completamente nueva.
La economía amarilla convierte tu creatividad en algo rentable. Es el sueño de cualquier artista o creativo que, en otras épocas, no habría tenido las mismas oportunidades.
El futuro de la economía es amarillo (y no, no es por los Simpson)
La economía amarilla no es solo una moda pasajera, es el futuro llamando a tu puerta con
un dron de reparto. Es hora de ponerse las pilas (recargables, por supuesto) y subirse a esta ola tecnológica antes de que te deje atrás como a un Nokia 3310.
Así que ya sabes, si quieres que tu economía brille más que el sol de verano, es hora de pintarla de amarillo.
¡A innovar se ha dicho!